La propuesta de la
ITU sobre conseguir cero rellenos sanitarios (landfill, en inglés), se
basa en la tesis de Wilfred Malembaum publicada en 1978, obra que básicamente
exhibía la reducción de uso de recursos naturales mineros y la emergencia por
encontrar la sustitución de estos elementos en los dispositivos tecnológicos, a
partir de aquí se desarrolla la teoría denominada desmaterialización.
Ante esta propuesta
se introducen dos conceptos: la ecoeficiencia y la eco efectividad en el ámbito
del sistema económico, a fin de no entrar en crisis y si llegase tal evento,
conseguir el equilibrio para la expansión de la producción.
Primero ¿Qué
diferencia existe entre la eficiencia de la eficacia? Ambos conceptos son
utilizados en la jerga de los procesos administrativos, para una organización
sea empresa o institución. La eficiencia es la capacidad de reducir al
mínimo los recursos usados para alcanzar los objetivos de la organización:
“hacer las cosas bien”.
En tanto, la eficacia
se refiere a la capacidad para determinar objetivos apropiados: “hacer lo que
se debe hacer”; de manera que, ser eficiente y eficaz es llegar a la efectividad
en una granja o un mall.
Ahora bien, la ecoeficiencia sería
hacer las cosas bien para la ecología, qué en segunda acepción es la defensa
de la naturaleza, protección del medio ambiente. Y la eco efectividad vendría
a entenderse como “hacer lo que se debe hacer para defender la defensa de la naturaleza,
o proteger el medio ambiente”.
Para este punto, se
propuso la desmaterialización, teoría que abonaba al uso de nuevas
sustancias, fibras y productos sintéticos para lograr la sustitución de
materias primas tradicionales (recursos naturales) dentro de una industria.
Entonces, la desmaterialización es el proceso de descontaminación con
políticas ambientales, en países post industriales, que llevaría a la reducción
de residuos, por tanto, de minimización de la contaminación.
En 1994, la
discusión entre Cleveland y Ruth zanjan el asunto afirmando que la
desmaterialización “se refiere a la reducción relativa o absoluta en la
cantidad de materiales utilizados o en la cantidad de residuos generados en la
producción de una unidad por producto”.
De nuevo hay que
analizar a profundidad dos conceptos: relativa o absoluta, donde la
desmaterialización relativa es el descenso de requerimientos energéticos (luz,
gas, carbón, petróleo) y materiales (materias primas) por unidad por Producto
Interno Bruto (PIB).
Y la
desmaterialización absoluta se refiere a la reducción de la cantidad absoluta
de recursos naturales, que se utilizan en el modelo económico vigente; las
exigencias de nuevos recursos que sustituyan las necesidades productivas, no
solo disminuyen la vida útil del producto, sino que, existe la escasa
posibilidad de reutilizar o reciclar el desecho.
Por ejemplo, el uso
de baterías de litio que busca sustituir al petróleo en automóviles, disminuye
la capacidad de rendimiento (velocidad y kilometraje) del producto [automóvil].
Además, la hipótesis de reducción simultánea en la emisión de gases derivados del
petróleo y contaminación consecuencia de la producción y uso del producto [automóvil]
no disminuye; al contrario, acelera los requerimientos de energía y materiales
del recurso natural [Litio] utilizado por la economía en transición.
Una situación que
lleva a la búsqueda acelerada del recurso natural [litio] hacia los países con
reservas probadas del mencionado metal; por ejemplo, el Plan Sonora en México para
energías renovables administrado por la empresa LitioMex, fundada en 2022;
atrajo a finales de febrero de 2023, al fabricante de automóviles eléctricos
Tesla con una inversión de más de 10 millones en el mismo país.
En otras palabras,
la desmaterialización conduce a obtener los recursos necesarios para sostener
el crecimiento económico de las industrias, pero, esto no implica realizar
gastos en descontaminación [por petróleo] y protección ambiental [de la
extracción del litio], por tanto, la salvación del planeta es una idea
fantasiosa, por decir menos.
La huella
ecológica, según Rees y Wackernagel en 1995, mostraría la otra cara del
deterioro ambiental provocado por la extracción, producción y distribución de
productos. David Pearce aseguró que la parte débil de la huella ecológica, es
precisamente, que “una nación en concreto pueda asegurarse un patrón de
desarrollo sostenible … pero, a costa de la NO sostenibilidad de otros países”.
La
desmaterialización en la practica esta muy lejos de posponer la presión del
sistema económico sobre los reinos de la naturaleza, los requerimientos totales
de energía y materiales (RTM) aumentan los flujos ocultos (residuos).
En lugar de darse
la sustitución de nuevas sustancias por materiales anteriores, se generó la complementariedad,
que es el aumento simultaneo de energía, productos y materiales de todo tipo.
Por ejemplo, los monitores
CRT de las computadoras de escritorio (Pc’s) sustituidos por las pantallas LCD,
que disminuye el uso de plomo (pb) en monitores, pero, se necesita mercurio,
estaño y zinc para manufacturar las pantallas.
Otro caso observable
es el cableado estructurado fabricado con cobre (Cb), que fue sustituido por
fibra óptica, tecnología de red manufacturada con plomo (Pb), circonio (Zr) o
itrio (Y), este último metal de las tierras raras, según la definición de la
IUPAC (International Union of Pure and Applied Chemistry, en inglés).
Y las baterías
recargables que han variado en su contenido de níquel (Ni) o cadmio (Cd) para ser
fabricadas con metal hídrico o litio (Li); al utilizar el nuevo producto,
electrónico u otro, para aplicaciones en la industria de energía renovable, se
induce in facto, la obsolescencia del anterior producto.
El viejo producto terminará
en un basurero, relleno sanitario y en menor medida, reciclado, porque aun no
se ha desarrollado la mejor técnica disponible para implementar la mejor
practica ambiental y evitar liberaciones tóxicas de los desechos.
La solución de
algunos teóricos de la sostenibilidad propone la biomímesis, una
metodología en el diseño o ecodiseño del producto, donde la primera etapa
consiste en decisiones estratégicas para evitar el desperdicio de recursos
naturales hasta la desechabilidad del nuevo producto.
Finalmente, la
propuesta Zero Landfill es una tesis que incumple de cerca sus
objetivos, puesto que los nuevos materiales no sustituyen eficazmente los
viejos materiales. Tanto el nuevo como viejo material tendrá un impacto
ambiental, que la desmaterialización no corrige en ningún aspecto, a largo
plazo.
La agenda verde o
desarrollo sostenible se conduce, por sus promotores, bajo la visión
utilitarista de que los costos y beneficios no necesitan ser limitados, aunque
en teoría o en las conferencias globales se pretenda prevenir los efectos de
los problemas ambientales, no ocurre así en las realidades del ser humano.
Fuentes:
Administración:
pensamiento, proceso, estrategia y vanguardia. Sergio Hernández y Rodríguez.
Editorial McGraw Hill. Pág. 192.
Pautas
de consumo, desmaterialización y nueva economía: entre la realidad y el deseo.
Oscar Carpinteyro.
https://www.fundacionaquae.org/glosario/biomimesis/
https://miningmexico.com/plan-sonora-es-un-proyecto-integral-para-impulsar-el-litio-amlo/